Los conflictos en las relaciones priorizan tantas veces la terapia individual en consulta. La escucha distorsionada, la intención de controlar a la otra persona o la amenaza del miedo al rechazo o al abandono constituyen la base de los juegos psicológicos en las relaciones.
Pero ¿por qué es tan retador sostener niveles óptimos de bienestar en las relaciones? La clave son las consecuencias que llegan cuando sentimos miedo, practicamos la desconexión o perpetuamos el propio abandono.
Aporto algunas consideraciones a tener en cuenta para comenzar a transformar una relación estancada o intoxicada en un vínculo sano :
-observar el rol de cada uno en el juego psicológico, perseguidor, salvador o víctima
-darse cuenta de la dinámica o patrón, aquello que se repite con frecuencia como si estuviera ensayado
-analizar si este tipo de relación se repite con otras personas, en otras ocasiones de su vida
-estar dispuesto a transformar lo propio, asumir la propia responsabilidad en el lado de la cuerda
-asumir que sin la conciencia de nuevas pautas de conducta, no habrá cambios
-confiar en la parte Adulta que esté dispuesta a escuchar al otro y expresar la propia claridad con honestidad, sin miedo a ser rechazado o abandonado
-querer negociar y confrontar nuevos pactos, permisos y enmiendas
-darse permiso para pedir ayuda si fuera necesario
Los juegos psicológicos refuerzan decisiones antiguas, tantas veces, obsoletas o infantilizadas. Las viejas decisiones no son permanentes y nuestro Adulto tiene derecho a ejercer su mayor poder: la capacidad de elegir cómo relacionarse. Solamente existen dos posiciones vitales posibles, el camino del amor y el crecimiento o el del miedo, con sus dinámicas de protección, resistencia o control.
Con un trabajo exploratorio podemos ayudar a la persona a despertar la figura Adulta Amorosa para que el Adulto Contaminado por un Niño Rebelde o Sumiso adaptado no gobierne nuestras relaciones y aprendamos a conectar con el gozo de compartir vínculos conscientes.