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Observo aún, en muchas mujeres, sentir vergüenza cuando se trata de alzar la propia voz, tantas veces, silenciada, callada o abruptamente tapada por la psique colectiva. 

Escucho algunas mujeres avergonzadas de su propio cuerpo, desconectadas de su alma salvaje o acomodadas en su rol de madres, de intelectuales, de buenas compañeras o de ejecutivas estresadas. 

Almas heridas por la autoexigencia, el victimismo, el sentimiento de culpa o el afán de perfeccionismo según los canones de belleza socializados. 

Para muchas mujeres ser visibles es aterrador, se sienten más cómodas en su rol a la sombra. Esto es debido a que, con mucha certeza, en la infancia, aprendieron a estar calladas, a estar demasiado ocupadas cuidando del resto de la familia o a sentirse poco importantes. Experiencias, sin duda, difíciles que llevaron a silenciar sus voces y sabiduría innatas. Tantas mujeres que aprendieron a conformarse, a esconderse y a dudar del valor intrínseco de su voz esencial. Algunas mujeres van apagando sus voces lentamente, otras, de golpe. Cuando silenciamos la voz de nuestra alma, el cuerpo suele manifestar esta energía bloqueada a través de síntomas físicos- estrés, cansancio crónico, insomnio, nerviosismo, dolores – y en diferentes intensidades, a veces, causando procesos de enfermedad.

Sucede que cuando emprendemos un camino de desarrollo evolutivo, la propia voz reaparece. No me refiero al habla, me refiero a la voz profunda y más genuina del alma. 

Pero, ¿cómo descubrirla, recuperarla o dinamizarla habiendo estado años silenciada? En mi experiencia precisamos darnos permiso para bajar el ritmo. Regalarnos con frecuencia acciones amorosas hacia nosotros mismos, persiguiendo estados de quietud con la intención de experienciar una conexión esencial, más verdadera y real. Practicar algún retiro de mindfulness y aprender el cultivo del silencio. A mí personalmente, me funciona practicar la escritura, establecer un diario íntimo y de expresión para escuchar la voz que brota del corazón. Igualmente y desde que practico el proceso de la conexión interior- Inner Bonding- estoy desarrollando la figura interna de mi adulta amorosa sanando las creencias limitantes sobre mí misma como por ejemplo, la falsa idea de que no merezco amor o no soy importante.

A veces, para muchas personas que comienzan a despertar en su propio camino personal, la soledad puede ser retadora. Conectar con grupos de mujeres puede ser un alivio y muy reconfortante para sentirse escuchada, compartir y gozar desde el estado de vulnerabilidad del alma.

El mundo necesita la voz de las mujeres, su luz y su sabiduría maestra innata. Rescatemos nuestro poder personal desde la naturaleza salvaje, la ternura y la compasión que constituyen la esencia femenina. El mundo nos necesita más que nunca. El Dalai Lama dice que la restauración profunda del cambio social que necesita el planeta vendrá desde la voz del alma de las mujeres occidentales, después de miles de años de desequilibrio.